La saliva inicia y ayuda a tener una mejor digestión

La digestión en la boca comienza con la masticación y la insalivación. Al tiempo que el alimento se va troceando, se mezcla con la saliva transformando sus características físicas, sin afectar su composición, hasta conseguir que esté en condiciones de pasar al estómago (digestión mecánica de la boca).

La saliva contiene una enzima llamada amilasa salivar –o ptialina–, que actúa sobre los carbohidratos (principalmente almidón) y comienza a transformarlos en monosacáridos (glucosa), aquí es donde comienza el proceso de descomposición y digestión de los alimentos (digestión química de la boca).

La saliva también contiene un agente antimicrobiano –la lisozima–, que destruye parte de las bacterias contenidas en los alimentos y grandes cantidades de moco, que convierten al alimento en una masa moldeable llamada bolo digestivo.

La temperatura, textura y sabor de los alimentos se procesan de tal manera que el sistema nervioso central puede adecuar las secreciones de todos los órganos implicados en la digestión a las características concretas de cada alimento. 

Los alimentos deben llevarse a la boca tibios, no calientes. La enzima que comienza el proceso de descomposicion de los alimentos se desnaturaliza en temperaturas arriba de los 36°.
 

No se deben tragar los alimentos hasta que no estén prácticamente reducidos a líquido (masticando las veces que sea necesario cada bocado), envolver los alimentos con saliva ayuda a proteger su tubo digestivo de la agreción del paso de los alimentos y también protege al estomágo de generar hiperacidez. 

La saliva es el único punto que podemos controlar directamente en el proceso digestivo y debemos aprovecharlo, ya que sólo con una buena masticación solucionaremos una gran parte de los problemas digestivos más comunes.