jueves, 15 de agosto de 2013

¿Porqué todas las harinas refinadas son malas?

Todas las harinas son malas desde el punto de vista nutricional - Como afectan las harinas a mi cuerpo
Mucho se habla por aquí y por allá de que las harinas son dañinas para la salud, incluso las harinas integrales y otras no tan comerciales como la harina de almendra o de coco. En general estamos hablando de un sólo ingrediente que todas las harinas contienen: almidón.
El problema de las harinas blancas es que producen desmineralización en el organismo debido al exceso de almidón. Adicionalmente para su elaboración se utilizan blanqueadores, mejorantes, oxidantes, estabilizantes y demás para mejorar su volumen y rendimiento, que pueden ser nocivos si se consumen con frecuencia y en horas no adecuadas como la cena.
El exceso de azúcar, proveniente de las harinas refinadas puede modificar el transporte de los nutrientes y provocar lesiones celulares, afirma Genaro Matus, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM. 


Todas las harinas refinadas son malas desde el punto de vista nutricional

La gran diferencia entre las harinas integrales y las harinas refinadas, es que las primeras proporcionan energía en forma gradual, sin desequilibrar los niveles de glucosa en la sangre. Sus calorías son metabolizadas por el hígado, transformadas en glucosa y distribuidas en el organismo en forma de energía que se libera conforme el cuerpo lo necesita. Mientras que para obtener harinas blancas, los cereales experimentan un proceso de molienda y refinamiento que implica aplastar y trocear los granos enteros para despojarlos del salvado (rico en fibra) y del germen (que contiene vitaminas, proteínas, minerales y grasas insaturadas); lo único que queda son los hidratos de carbono, lo que convierte a las harinas en un alimento pobre desde el punto de vista nutricional.


Como reacciona mi cuerpo al comer harinas refinadas

Al ingerir harinas refinadas, el cuerpo capta toneladas de azúcar dentro de sus células, de inmediato el páncreas libera insulina y deja de generar “la hormona del ayuno” llamada glucagón, responsable de que no sientas hambre. Inmediatamente después se lleva a cabo la glucólisis, en donde el azúcar se canaliza hacia diferentes destinos y en este caso se acumula en forma de grasa mientras sientes un disparo de energía que te pone de buen humor y te ayuda a concéntrate.

Ese pico de entusiasmo no dura mucho, pues cuando termina, aumenta la secreción de adrenalina, dopamina y cortisol, hormonas que al resentir la pérdida de azúcar actúan para contrarrestar cualquier molestia como estrés, mareos, sudoración etc.

Los hiperglucémicos, son aquellas personas en las que cuando apenas disminuye la glucosa en su cuerpo van a la tiendita a comprar un pastelito para calmar su ansiedad o depresión, y hacen de este hábito un círculo vicioso al necesitar ingerir más harinas para contrarrestar los daños por ingerir harinas. Y si el proceso se lleva a cabo por la tarde o noche, cuando el metabolismo ya no convierte los nutrientes en energía sino en colesterol, el aumento de peso es inminente.

A nivel orgánico se alteran muchas funciones metabólicas y hormonales; y a nivel cerebral ocurre otro problema, al igual que como sucede con las drogas, actúa con quimiorreceptores que a corto o largo plazo pueden llegar a desarrollar una cadena de dependencia. Por tal motivo es que algunas personas no pueden vivir sin comer pan o buscan comer pasta todos los días en su dieta diaria.

Fuente: PROFECO

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