Las dietas de desintoxicación no son milagrosas

Es de no creerse que a cada segundo alguien de la nada crea una dieta de desintoxicación milagrosa. Vamos a empezar por mirar lo que una dieta de desintoxicación hace en realidad, porque hay muchas versiones diferentes, pero básicamente en cualquier tipo de dieta de desintoxicación, las personas suelen ser convencidas de:

• Comer poca o ninguna comida durante un corto período de tiempo.
• Vivir tomando jugo o agua y vitaminas por un período determinado (de una o dos semanas).
• La mayoría de las dietas de desintoxicación requieren alguna versión de ayuno, es decir, dejar de comer por un par de días para luego reintroducir gradualmente ciertos alimentos en la dieta.
• Renunciar temporalmente a ciertos tipos de alimentos que se cree que contienen toxinas.
• Muchas de estas dietas, además, alientan a las personas a hacerse una irrigación colónica o enema, para "limpiar" el colon.
• Otras dietas recomiendan tomar suplementos o tipos especiales de té para ayudar en el proceso de "purificación".

La idea de que una dieta de desintoxicación es milagrosa es mentira. 

Hay una explicación lógica para ese milagro, la idea es que usted está dando a su cuerpo un descanso dejando de consumir alimentos toxicos y formando una disciplina en sus hábitos alimenticios, por lo que su sistema de desintoxicación natural puede trabajar de manera más eficiente y claro sacar toda esa basura fuera de su cuerpo.

La idea es purificar y purgar el cuerpo de todo lo "malo", la verdad es que el cuerpo humano está diseñado para purificarse solo. No obstante, empezando por realizar ajustes en la alimentación, marcamos el inicio de una dieta de desintoxicación natural que no requiere grandes esfuerzos. Puedes ayudar limpiando tu cuerpo si comes una gran variedad de alimentos saludables.

Por supuesto, es una buena idea ingerir una gran cantidad de frutas, vegetales y fibras, y beber agua. Pero también necesitas asegurarte de obtener todos los nutrientes que necesitas de otros alimentos, incluidos las proteínas (de fuentes como carnes magras, pescado, huevos y frijoles) y el calcio (de alimentos como yogur o leche sin grasa o con bajo contenido de grasa).

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